Es evidente que el 20% de la población mundial está en una lógica productivista que hay que cambiar drásticamente. Hay que cambiarla no solo porque no sea sostenible para el planeta, sino sobre todo porque es tremendamente injusta con el resto de población de los países en desarrollo.
El decrecimiento es una opción. Hacer lo mismo utilizando menos recursos es una buena línea de argumentación, pero adolece de aplicación práctica. En los países industrializados, como el nuestro, es esencial mejorar nuestra intensidad energética a la hora de producir, reducir nuestro consumo y aplicar criterios de ciclo de vida de todo lo que hacemos. Pero, ¿qué hacemos con los países en vías de desarrollo? ¿Proponerles que no crezcan?
Por un lado, resulta difícil situarse como vigías del desarrollo universal, decir lo que está bien y lo que no lo está. Por otro, es impensable que podamos llegar a un modelo más justo con las personas y el planeta sin crecer. Un ejemplo. Tenemos que crecer en la producción de energía mediante renovables para paliar los efectos del calentamiento global. Y tenemos que crecer en la industria del diseño de productos y servicios para aplicar criterios de ciclo de vida. Y en agricultura ecológica. Y en tratamiento de residuos. Y en I+D+i.
Otra cosa es cómo crecemos y si los instrumentos que miden el crecimiento son los adecuados. Está claro que el PIB no puede determinar ya el grado de felicidad de una sociedad. Tenemos que innovar nuevos índices y ratios, porque medirlo todo por el consumo de productos y servicios, y tomar las decisiones políticas y económicas en torno a esto, nos lleva al colapso.
Creo que la sociedad debe seguir profundizando en conceptos como el del decrecimiento. No está maduro, ni siquiera en nuestros debates internos. Prefiero proponer otra forma de crecimiento, llamémoslo Crecimiento Próspero, en el que con criterios como el de la Economía del Bien Común, podamos compaginar seguir incrementando el bienestar general de la población mundial, respetando los límites de la Naturaleza. Estoy segura de que si lo hacemos así, el debate no será crecer o decrecer, sino si nuestra sociedad es más justa y próspera.
